março 27, 2025

LA ESPERA

    Esperaba, mientras pasaba la noche lluviosa. Solo recuerdo haber corrido calle abajo por callejones escurridizos entre faros chillantes; por más que lo intentaban solo daban una luz lánguida y molesta. En un principio la lluvia no era mucha, pero sí la suficiente como para pensar en meterme en cama toda la noche con una taza de té caliente como única compañía. No tardó mucho para que el agua arreciara y terminará de empapar la única ropa que traía conmigo. Si antes era una necesidad llegar al hotel, ahora resultaba ser una urgencia.

    Me retorcía inquieta en la cama y al estar así desnuda disfrutaba el frío que recorría mi cuerpo. “Ojalá esto no sea motivo para enfermar”, pensé, “¿es que acaso hay peores enfermedades, que se quedan para toda la vida y estoy exagerando por algo pasajero?” No pasó mucho tiempo cuando me harte de las sábanas, de un jalón las tire al piso. El frío me hacia respirar más profundo, más rápido, mientras la luna se ocultaba por unos momentos. Sólo unas horas más, no resistía estar una noche más en ese lugar. Sólo esperaba el acostumbrado grito “última llamada para abordar el tren”. Pero sabía que faltaban muchas horas, era mitad de la noche y por momentos el temor y la rabia, de saber que no habías llegado me hacían sentir más agitada. Que el pueblo que visitaríamos juntos, era más árido a cada instante, a cada paso. Era más árido aún porque ni siquiera estabas en mi mente como antes. Recorrí sus caminos y tú no estabas. Recorrí las calles y solo eras un fantasma que me aumentabas el temblor de mis manos y aun así no lograron ahuyentar mi soberbia de decirte que no te quería. Más soberbia yo, cuando mis manos recorrieron mis escondrijos más amplios y las curvas más intrincadas entre mis piernas vacías de ti. Platicaba contigo, pero la única voz que escuchaba era la mía diciendo “te extraño”. Me senos se hinchaban cada vez más y más, pero solo tus labios completaban con tierna ternura la suavidad de mis pezones y tu lengua húmeda me hacía volar hasta perderme. Amaba cuando llovías dentro de mí, una lluvia calidad e impetuosa. La primera vez que te besé fue en un sueño, que sigue siendo más cierto que la realidad. La primera vez que hablamos fue con la mirada y mi cuerpo se ocultaba tras escalofríos. Ahora creo que la vez que más me tocaste fue en mis fantasías. Me besaste toda, hasta hacerme gritar. No necesité mover un solo dedo. Un solo dedo no alcanzaría a compensar la electricidad que recorrió todo mi cuerpo. A decir verdad no sé que hayas sentido tú. No somos uno sólo pero se que te sirvo más yo en tus sueños, que tú a mi en tus ausencias llenas de te extraño. Amo más tus faltas y creo que tú, mis suspiros.

    Llovía más fuerte, a cada instante gemía en recuerdo. La luna se fue como un suspiro. El viento soplaba impetuosamente y las ramas de los árboles rasguñaban los ventanales que se quejan con un agudo dolor en los cristales esa madrugada. No puedo dormir, mis manos y mi cuerpo tiemblan cada vez más. A pesar de todo, la tempestad afuera pasó. El cielo clareaba azul profundo, creo que fue lo último que vi por la ventana antes de dormitar sudorosa y exhausta.

     Un par de horas después y el amanecer lejano, abalancé contra el tiempo. La salida del sol había completado su misión. “Solo un par de horas más y el tren partirá”. Después de un baño con agua tibia, me puse la ropa, afortunadamente había secado ya. Solo una hora tenía para desayunar antes de partir. Veinte horas de camino antes de volver a casa. Por fin oigo silbar el tren, el primero de la tarde, “tengo que apurarme”. Corrí mientras mi mano izquierda sostiene el arrugado boleto empapado por mi nervioso sudor. No sé a dónde viajará este tren, parece ser que los cambios imprevistos se avecinan sobre mí sin poder hacer nada. Alguien dijo “lo accidentes pasan”. Es verdad, pasan y afortunadamente pasan. Me siento en el vagón. Alguien me habla, pide mi boleto de abordar. Eras tú.

Sem comentários: